Fase 1: Las cosas a mi alrededor
¿Por qué has elegido este lugar?
He elegido mi terraza porque es un sitio al que acudo de vez en cuando a tomar el aire, escuchar música o a tomar el sol, porque es bastante relajante, sobretodo cuando tienes esa sensación de agobio de estar todo el día en la habitación, esta muy bien saber que puedes estar al aire libre en tu propia casa.
¿Qué te hace sentir a gusto?
Como he dicho antes me gusta que es un espacio donde te siente en casa pero a la vez estas fuera. Además, es un sitio que no usamos mucho entonces seguramente ningún miembro de mi familia este y puedas aprovechar para estar un rato solo.
¿Existe algún elemento molesto?
No creo que haya ningún elemento molesto, porque esta vacía de momento, aunque como pega podría mencionar el tendedero, cuando se ha puesto una lavadora.
¿Crees que te sentirías igual en otro espacio ahora mismo?
No creo que me sienta igual en otro sitio, porque creo que cada sitio te hace sentir algo diferente, pero creo que podría tener una sensación parecida en otros lugares, por ejemplo diría que una tarde en la playa podría ser parecido.
¿Piensas que las condiciones de este espacio influyen sobre sus ocupantes? ¿Cómo?
Pienso que sí, tanto las internas como las externas, por ejemplo la sensación de no tener nada a la vista es mucho mejor que tener el tendedero al lado, o pasar el rato en hora de obras (aquí cerca hay varias), en este caso podríamos hablar del ruido, que también influye, pues no es lo mismo relajarte por la tarde noche que intentarlo a medio día, con el trajín de personas.
¿Cambiarías alguna cosa?
No cambiaría nada porque añadiría cosas, me gustaría decorar el espacio para que tenga mayor sensación de hogar, quizá con plantas, un pérgola o mobiliario de exterior.
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Fase 2: Peter Zumthor «Atmósferas»
En «Atmosferas», Peter Zumthor explora la relación entre la arquitectura y la experiencia sensorial, considera verdaderamente importante el hecho de que un edificio inspire y conmueva, tanto a él como arquitecto, como al resto. Su intención es proyectar y recurre al concepto de «atmósfera» que entiende como el conjunto de percepciones sensoriales que un espacio puede provocar, él piensa que esta se forma a través de factores, como la luz, el sonido, la textura, los materiales y la temperatura.
El jueves santo de 2003 experimentó este fenómeno, ese día observó detenidamente todo lo que le rodeaba, tanto el olor del mercado de flores, el sol, el murmullo de la multitud, la agradable temperatura, el sofá donde se sentaba y las vistas que tenía desde su posición y se dio cuenta de que le había conmovido TODO. Y esto, ¿a que se debe? Según su planteamiento, se debe a que la arquitectura se compone del entorno y se percibe según nuestro estado anímico, el cual puede hacer que la obra arquitectónica signifique para nosotros cosas totalmente diferentes, por eso Zumthor cita a Platón: «La belleza está en los ojos de quien mira».
Una afirmación que me fascina de este arquitecto es que dice que «Existe una magia de lo real», esto para él es la capacidad de proyectar lo que a él le hace sentir la arquitectura, esta «atmósfera» que ha aprendido a crear con su experiencia y esfuerzo, este trabajo lo considera tan artesanal como la música, la cual parece que le inspira.
A continuación se explicarán los factores sensoriales de los que hablaba Zumthor, comienza comparando una obra arquitectónica con el cuerpo humano, esto es porque, así como nuestro cuerpo tiene su anatomía con sus órganos, músculos y huesos, para él la arquitectura es igual pues al reunir materiales se formaría lo que sería su anatomía, en este caso su estructura. Estos materiales marcan la diferencia de un espacio pues la buena o mala combinación de ellos nos acercan o no a la experiencia sensorial que quiere crear Zumthor, hay una infinidad de posibilidades.
El siguiente punto que aborda es el del sonido donde explica que una edificio no se percibe igual transitado por personas o no, parece que se pregunte ¿cuál es la percepción real? Él piensa que si consiguiéramos eliminar todo ruido externo oiríamos el sonido del edificio, porque todos lo tienen, personalmente, creo que el ruido sería simplemente fricción y que los ruidos serían los que crean las personas que lo habitan, pues incluso él en lo primero que pensó imaginando el sonido de un espacio fue en el ruido de su madre trajinando en la cocina, la cual cosa no quiere olvidar.
Un factor a mi parecer menos espiritual es el de la temperatura, ya que es un hecho al que siempre se le ha dado importancia, pues hiciera frio o calor había que protegerse de las circunstancias, aún así «buscar la afinación adecuada», como dice él, es clave, ya que no es lo mismo adecuar una construcción en España, en Egipto o en Islandia, además de que también se debe tener en cuenta todas las estaciones del año.
Al siguiente punto le llama la cosas de mi alrededor, de donde saco dos reflexiones, comienza diciendo que cuando visita espacios donde viven sus conocidos se impresiona por lo que la gente tiene consigo en sus hogares, entonces se da cuenta de que los espacios no están determinados solamente por el arquitecto sino por quien lo habitará o transitará después. Esto le hace preguntarse si es tarea del arquitecto tener pensados esos espacios para que luego las personas los llenen, es decir, tener su «creatividad preparada». Si esto no estuviera preparado a mi parecer pasarían dos cosas que nunca existiera ese espacio o que los habitantes crearan algo totalmente distinto. Esto me lleva a la otra reflexión que el arquitecto puede crear algo que aunque no sea de su estilo y no le represente, como dice él, «esa idea de que cosas que no tengan nada que ver conmigo pero tengan su lugar justo, me ofrece una visión del futuro de mis edificios». Entonces preparar un estancia simplemente te avisa de lo que pasará con ella después.
El sexto punto trata el sosiego y la seducción , Zumthor afirma que la arquitectura además de ser un arte espacial es también temporal, pues como la música se vive por un tiempo, por eso intenta que sus obras induzcan a conocer libremente. Él pretende, como hizo en las termas de Vals, que al entrar en una estancia nos conmovamos a tal punto de pasear sin rumbo, ser inducidos por aquella luz o aquella esquina que nos llama la atención, para él no ser conducido es uno de los mayores placeres. Sin embargo, como arquitecto sabe que no puede crear una estancia caótica, que no tenga sentido o mal distribuida, por eso prepara sus obras de tal forma que acompaña al visitante sin arrebatarle la sorpresa ni su libertad.
El siguiente punto la tensión entre el interior y el exterior, donde comienza comparando una edificación con una «pequeña caja», cosa que me parece bastante curiosa pues había oido como muchos arquitectos se negaban a pensar que sus construcciones eran cajas. Igualmente, volviendo al tema, aquí habla de la capacidad de crear un espacio exterior como algo propio, podría ser por un lado una terraza, un jardín, los cuales te hacen sentir fuera pero también en tu privacidad y luego están las fachadas, que menciona él, para mi éstas son como la ropa que vestimos, lo cual dice mucho de nuestra personalidad, pues como la ropa las fachadas proyectan algo de ti, también pueden decir: «soy una diva». Además, como arquitectos también te encargas de que pueden ver los de dentro.
Penúltimo punto, los grados de intimidad, tiene que ver con la proximidad y la distancia, para mi como la composición y el tamaño de las cosas afectan a nuestra percepción, como puede ser el caso de grandes portales en edificios, como un banco de siglo XIX, el cual pretende transmitir grandeza y seguramente riqueza. Sin embargo hay casos, como le pasa a nuestro arquitecto, en los que el entorno no intimida, sino que, a pesar de ser grande te hace sentir cerca de lo sublime, pueden ser que los colores, los materiales o simplemente su composición. Por otro lado, hay algo que Zumthor no se ve capaz de construir, el rascacielos, piensa que es un sitio agobiante, el hecho de que sea tan grande podríamos decir que sobrepasa lo natural, porque ¿acaso esta construcción no podría ser como una ciudad en vertical con tanta gente?, por eso lo compara con un estadio el cual le resultaría más fácil, pues aunque sea un «inmenso cuenco», es un lugar donde se vive una experiencia relativamente corta.
El último punto es la luz sobre las cosas, es asombroso como esta puede apagar o resaltar elementos de una estancia, Zumthor se dio cuenta de esto observando su salón y una obra de Walter de María, en la que la luz fue capaz de que el elemento de oro fuera capaz de atrapar y reflejar más luz, éste era como que surgía de la profundidad. La iluminación de un sitio está preparada de antemano ya sea pensando el lugar como un sitio oscuro donde elegimos los puntos de luz o viendo como refleja la luz en los materiales. Aunque esta luz está muy bien, la luz natural, o luz sobre las cosas, no transmite igual que la artificial, como dice Zumthor podría percibirse como algo espiritual, algo que me recuerda a como mi madre siempre ha preferido una casa con buena iluminación porque piensa que le da más vida y claridad a la estancia, por eso entiendo porque los arquitectos se guían por ésta.
Zumthor nos confiesa que no era solo esto lo que nos tenía que decir, tiene tres apéndices más, los cuales puede que sean menos objetivos y tenga que ver más con sus pensamientos.
En el primer apéndice afirma que la arquitectura es entorno, aquí explica básicamente lo que significa para él dejar huella, cuando confiesa que prefiere que alguien recuerde su obra porque le llamará la atención al pasear o porque le dieron una buena noticia ahí, que porque su obra estuviera en un libro como referente de arquitectura. Por esto, se propone intentar hacer arquitectura como entorno, porque la ama y ama cuando la gente también lo hace.
El segundo habla de la coherencia donde explica lo importante que es para él no fijarse solo en lo bello, sino esforzarse por hacer de su obra algo práctico, para él, el mejor cumplido es que se entienda que todo en la obra tiene su explicación en el uso, de hecho algo con lo que concuerdo bastante con él es que la tarea más noble de la arquitectura es ser un arte útil. Asimismo, compara la literatura o el arte con la intención de la arquitectura de transmitir aquello planteado desde el principio, para que la obra sea por ella misma.
Acabando ahora sí con el texto, habla de la forma bella y explica como de normal se trabaja pensando en lo funcional, la cual cosa evita algunas veces la belleza, por eso explica que hay veces en las que si el trabajo ha salido bien él mismo quedará sorprendido, de igual manera que si no lo hace y no le gusta lo que ve, vuelva a darle otra pensada, teniendo ahora en cuenta otros factores que haya pasado por alto, quizá la naturaleza o nuevos iconos.
A lo largo del texto podemos darnos cuenta de que Peter Zumthor es un amante del arte no solo de la arquitectura sino también de la música y la pintura entre otras, todas ellas le inspiran y creo que una de sus mayores cualidades es ser un observador, porque no pasa por alto aquellas cosas que los mundanos con las prisas de esta sociedad no ven, por esto y otras cosas se nota que se esfuerza por sacar lo mejor de sus obras.