U3.- La arquitectura a lo largo de la historia 1

Desde los orígenes, los primeros seres humanos no requerían estructuras protectoras debido al clima cálido de la zona ecuatorial. Sin embargo, con el tiempo, comenzaron a desplazarse hacia el norte, adaptándose a nuevas condiciones.

ORÍGENES

Entre 1.600.000 y 200.000 a.C., el Homo Erectus, al desplazarse hacia el norte, descubrió el fuego y comenzó a construir los primeros hogares. Estas viviendas eran chozas ovaladas de entre 8 y 15 metros de largo por 4 a 6 metros de ancho, con paredes de ramas reforzadas con piedras y techos sostenidos por postes interiores.

Entre 100.000 y 40.000 a.C., el Homo Neanderthal comenzó a desarrollar una vida más comunitaria y simbólica, como evidencian las sepulturas encontradas en Irak, decoradas con flores y ramas. Este periodo también destaca por el cuidado hacia los ancianos y enfermos.

Por su parte, el Homo Sapiens, situado principalmente en Europa oriental, construía cabañas circulares de unos 9 metros de diámetro utilizando palos, huesos y pieles de animales como aislantes térmicos. Además, su capacidad intelectual se reflejó en las primeras esculturas y pinturas rupestres halladas en diversas regiones de Europa y Asia. Una vez abandonada la vida nómada, comenzaron a surgir prototipos de ciudades y una mayor complejidad arquitectónica.

PRIMERAS CIUDADES

Con el desarrollo social, aparecieron edificios simples de planta rectangular, construidos con ladrillo de adobe y techos de madera cubiertos de barro. Las ciudades comenzaron a centrarse en actividades comerciales y la extracción de minerales, dejando atrás una economía puramente agrícola.

En Mesopotamia, alrededor de los ríos Tigris y Éufrates, se levantaron ciudades protegidas por murallas defensivas. Destacan los zigurats, templos escalonados de ladrillo con escaleras y rampas, similares en forma a las pirámides egipcias, aunque con funciones religiosas en lugar de funerarias.

EGIPCIOS

En el Antiguo Egipto, la arquitectura giraba en torno al río Nilo, considerado el eje principal. Los templos, con sus altas columnas alineadas, eran centros de culto y aprendizaje, mientras que las pirámides servían como monumentos funerarios. Estas últimas, de base cuadrada y caras triangulares, se construían con piedra caliza y reflejaban la importancia de la vida después de la muerte en esta civilización.

GRIEGOS

Entre 1.200 y 146 a.C., los griegos desarrollaron una arquitectura que buscaba el equilibrio y la perfección, inspirada en los egipcios pero adaptada a sus creencias. La polis, organizada en cuadrículas, tenía como centro social el ágora, rodeado de edificios públicos y stoas.

Los templos griegos, construidos sobre plataformas (estilóbatos), estaban rodeados de columnas que enmarcaban la cella, donde se ubicaba la figura de la divinidad. Por otro lado, los teatros y estadios, esenciales para la vida cultural, se construían aprovechando las laderas de colinas para facilitar la acústica y la visibilidad.

Las viviendas, en contraste, eran simples y se integraban en el paisaje, organizadas alrededor de un patio central llamado peristilo.

ROMANOS

Con la expansión del Imperio Romano (1.100 a.C.), la arquitectura adquirió un carácter universal gracias al descubrimiento del hormigón. Esto permitió la construcción de estructuras como arcos, bóvedas y cúpulas en edificios públicos. La planificación urbana romana era ortogonal, con el foro como centro, delimitado por las principales calles: el cardo (norte-sur) y el decumanus (este-oeste).

Los edificios públicos, como las termas, los teatros y los circos, destacaban por su escala y funcionalidad. Las termas eran centros sociales clave, mientras que los anfiteatros, como el Coliseo, ofrecían espectáculos masivos, albergando hasta 55.000 personas.

En cuanto a las viviendas, la domus era la residencia de los ricos, decorada con mosaicos y organizada en torno a un atrio. En cambio, las insulae, destinadas a los plebeyos, eran edificios de varios pisos construidos con materiales de menor calidad.

EDAD MEDIA

A partir del siglo II d.C., con la cristianización del Imperio Romano, la arquitectura religiosa cobró mayor importancia, mientras que las técnicas romanas cayeron en desuso. Durante esta etapa, los edificios religiosos se convirtieron en el eje central del diseño arquitectónico.